La directora de la BNE, Ana Santos Aramburu, no sólo no ha criticado dichos recortes, sino que ha defendido la necesidad de los mismos, minimizando su impacto y destacando por encima de todo su gestión: “hemos logrado mantener abierta la Biblioteca el mismo número de horas, mantener los servicios a los usuarios y mantener lo que no se ve: los procesos internos de, por ejemplo, conservación y nuestros propios proyectos”(RitmosXXI). A estas alturas, nos parece un disparate cuestionar el hecho de que tales recortes han de suponer a la fuerza una merma en los servicios prestados por la institución. Pero, ¿en que consiste realmente dicha gestión? ¿Cómo es posible que la BNE haya podido llevar a cabo una reducción presupuestaria de tal calibre sin cerrar sus puertas? ¿Se pueden recortar millones de euros con una simple reducción de costes como la luz, calefacción, agua, papel,...? (La misma directora reconocía en esta misma entrevista que recortaron unos 400.000 euros por estos conceptos). Entonces, ¿dónde se centra el grueso del recorte acometido por la institución? Pues muy sencillo, en su plantilla, y fundamentalmente en su plantilla externa.
En
primer lugar, es necesario puntualizar que nosotros consideramos que
la plantilla de la Biblioteca está formada por funcionarios y
personal laboral, pero también por personal externo subcontratado
por empresas privadas, y que en su mayor parte, desempeñan funciones
propias de la institución (catalogación, clasificación, fondos,
control de autoridades, personal de salas, etc.).
La plantilla de personal
externo es difícil de cuantificar, ya que no figura en las memorias
anuales ni en ninguna estadística oficial. Simplemente, para el
equipo directivo de la BNE dicho personal no forma parte de la casa.
Sin embargo, su trabajo si aparece reflejado en las estadísticas que
la propia institución publica periódicamente: número de registros
bibliográficos catalogados, uso de las salas, carnés tramitados,
movimientos de fondos.... Eso sí que consta como servicios prestados
por la biblioteca, aunque hayan sido realizados en su totalidad por
personal externo. Estos trabajadores no son una ayuda o un refuerzo
al personal funcionario, sino que representan una parte muy
importante de la plantilla real de la Biblioteca y realizan una tarea
esencial dentro de la misma.
Las únicas cifras de las
que disponemos corresponden a un trabajo de fin de Grado de la
Universidad Complutense de Madrid, elaborado por la ex-trabajadora
externa Aurora Cid, que indicaba que a
finales de 2010 había un total de 482 empleados subcontratados, de
los que 302 realizaban tareas documentales, lo que suponía en esa
época la mitad de la plantilla real de la casa.
Esta
proporción a día de hoy se sigue manteniendo. Hay
que tener en cuenta que el proceso técnico de todos y cada uno de
los departamentos de la BNE está externalizado, como así lo
reconoce la propia directora: “Yo no estoy a favor de que, por
ejemplo, se externalicen los servicios de la Biblioteca. Una práctica
que viene haciéndose desde hace quince años, por otro lado. Yo creo
que los procesos básicos y los servicios al usuario deben ser
prestados por personal propio de la Casa, por empleados públicos de
la institución, es importante disponer de la plantilla mínima
imprescindible para garantizar una estabilidad y no perder el
conocimiento adquirido” (Ritmos
XXI). Ahí está la clave, “deben ser prestados
por personal propio de la Casa”, pero no es así, son prestados
por subcontratas dentro de un modelo de gestión elegido por la
propia institución.
Nadie a estas alturas
puede pensar que el próximo año se crearán 200 ó 300 plazas de
empleo público en un contexto de crisis económica y recortes como
el actual. Y cabe preguntarse, ¿no es posible un modelo que
garantice la estabilidad y el conocimiento adquirido de sus
trabajadores externos?, ¿no es posible garantizar un salario y unas
condiciones dignas a estos trabajadores?, ¿no es posible la
contratación directa? Si a la dirección de la BNE no le gusta este modelo,
¿por qué no lo cambia? Muy sencillo, porque no le interesa.
Gracias a esta política de externalizaciones, la BNE ha podido
recortar millones de euros de estos proyectos, manteniendo la
subcontratación de todos los servicios, eso sí, primando a la mejor
oferta económica por encima de otras valoraciones y adjudicando
dichos proyectos a empresas sin experiencia profesional en la
realización de dichas tareas, lo que ha supuesto el despido de un
gran número de trabajadores con la necesaria cualificación y los
conocimientos adquiridos durante años de trabajo dentro de la casa,
para a continuación subcontratar a nuevo personal en unas
condiciones de precariedad laboral inadmisibles. Pero lo mejor es
poner un ejemplo claro de este modelo de gestión, que su directora
resume en la siguiente frase: “hacer lo mismo que hacíamos,
pero con menos dinero”. Una vez más, las cifras, esta vez
extraídas de la Plataforma de Contratación del Estado, hablarán por
si solas.
Como siempre digo: ¿Señora Santos no le da vergüenza?
ResponderEliminarYo ya me lo encontré así, cambiarlo es muy difícil, se lleva haciendo muchos años... Ese personal contratado por las empresas que ganan los concursos que la Biblioteca Nacional convoca, hace el grueso del trabajo diario de la BNE. Reciben al lector al entrar, le hacen los carnets, le atienden y buscan los libros en los depósitos, catalogan y clasifican los materiales que forman el catàlogo, y así con todos los procesos bibliotecarios. Este personal se merece unas condiciones dignas de trabajo, porque con dignidad y orgullo desempeñan su labor todos los días. La Administración no puede mirar a otro lado, tiene que implicarse, no se puede permitir dar contratos a empresas que sabe que tratan mal a los trabajadores, y si lo hace, tener la decencia de exigir unas condiciones dignas a ese personal que hace que la BNE pueda levantar la persiana cada día.
ResponderEliminarFenomenal segunda parte. Esta situación hay que denunciarla en todos los foros y ámbitos bibliotecarios con los datos en la mano, como estáis haciendo. Chapeau por vuestro trabajo y empeño.
ResponderEliminarEstupendo post!!
ResponderEliminarNo entiendo el por qué no quieren dar condiciones dignas, si no se sacan plazas por lo menos que garanticen un mínimo a sus trabajadores.
¿Qué trabajadores? La BNE entiende q solo son sus trabajadores los miembros de sus casta, el resto son trabajadores de empresa externas y allá se apañen con sus respectivas empresas. Es así de simple y de duro.
ResponderEliminarOjalá se consiguiera la contratación directa porque somos un equipo con mucho rodaje y cuyos engranajes son tan perfectos que hacemos nuestro impecable trabajo con los ojos cerrados. Me parece penoso y vergonzoso acabar así, porque hemos trabajado incansablemente, más que los remeros de galeras hace siglos.
ResponderEliminarY eso a quien le importa? Si quisieran trabajo bien hecho no estariamos hablando de estos problemas. A la vista está que solo les importa cuadrar las cuentas y salir bien en las fotos.
ResponderEliminarA la vista está que el personal externo es el primero que sale por la puerta en época de recortes, y el que más sufre por ellos. Es indignante que no se reconozca el esfuerzo de un colectivo que nunca ha dejado de trabajar impecablemente
ResponderEliminarSi esto es ejemplo de gestión pública, espero que desaparezca, así de claro, es una vergüenza que el primer explotador sea la administración pública.
ResponderEliminarEsta claro que en las administraciones hay trabajadores de primera y de segunda, y no lo digo sólo fucionarios/externos, si no currantes y dirigentes, es decir la señora Aramburu puesta ahí a dedo, quisiera saber cuánto se recorta el sueldo, ¿ha eliminado el coche oficial?, que equipo se ha llevado con ella también a dedo y cuanto cobran.
Enhorabuena por las ilustraciones, son geniales y muy elocuentes.
ResponderEliminarCierto, las ilustraciones clavan la idea en cada artículo.
ResponderEliminarEse autorretrato lo hizo con palabras la propia directora, cuando invitó a Radio Nacional en octubre y les confesó: Yo siempre digo que tenemos que hacer que nos quieran comprar.
¿Para qué andarse con rodeos? Lleva en las pupilas los símbolos del euro y del dólar.