Esta
es la historia de una humilde hormiga obrera. La historia se remonta a
su primer hormiguero, el "hormiguero del conocimiento".
Nuestra pequeña hormiga pasó
varios años preparándose adquiriendo conocimiento para poder sobrevivir
en los futuros hormigueros que tendría que recorrer a lo largo de su
vida. Durante varios años, nuestra
hormiga recorrería un gran distancia para poder formarse como una gran
hormiga obrera. Para conseguir dicha distinción, debería estudiar
durante varios años en ese hormiguero plagado de cientos de hormiguitas
que aspiraban a ser grandes hormigas obreras.
Llegó el día y nuestra
hormiguita salió del "hormiguero del conocimiento" para dirigirse a algún
hormiguero que pudiera darle una oportunidad para comenzar su andadura
en el mundo de los "hormigueros laborales". Estos hormigueros estaban estructurados de tal forma que existía una jerarquía, distribuida de la siguiente forma:
- Existe una hormiga reina que es la encargada de dirigir, controlar, supervisar a las hormigas obreras.
- Y las hormigas obreras, que recogían toda clase de alimentos y una gran parte de esos alimentos pasan a manos de la hormiga reina, después ella distribuía los bienes, con un reparto al final de cada verano.
El reparto consistía en
dividir aquellos alimentos en pequeñas porciones, pero no era
equitativo, la reina siempre se quedaba con más de la mitad de lo que
sus obreras recogían y para ellas solamente había una mínima parte.
Todas las obreras aceptaban ese injusto reparto aunque trabajaban largos periodos de tiempo, pero todas
necesitaban esos alimentos para sobrevivir y además sabían que los
demás hormigueros laborales funcionaban igual.
Nuestra humilde obrera
hormiguita pasó varios años trabajando en diferentes hormigueros
laborales. Felizmente, a diario hacía el largo recorrido que existía
entre su hormiguero familiar hasta el hormiguero laboral, aún así ella
caminaba contenta ya que necesitaba ese trabajo para sobrevivir durante
el próximo invierno.
Cuando llegaba a su galería
saludaba a sus obreras compañeras. Poco a poco se iban conociendo,
compartiendo todo. Los años pasaban y nuestra humilde hormiguita cada
cierto tiempo era requerida por la reina, para comunicarle la
finalización de su trabajo.
Nuestra hormiguita
acostumbrada a esa situación, recogía sus pertenencias, sus pedacitos de
recompensas, se despedía de sus compañeras y se marchaba, recorriendo
un largo camino a la espera de ser requerida por otra hormiga reina.
Día tras día con ilusión,
visitaba varios hormigueros para ver si necesitaban alguna obrera más
para alguna galería, pero siempre se repetía la misma historia: solamente era reclamada cuando otra obrera estaba convaleciente para
sustituirla o a veces cuando construían una nueva galería para terminar
los pequeños retoques. Y así iba de hormiguero en
hormiguero, año tras año, con los bolsillos vacíos y siempre guardando
alimentos para subsistir hasta que otra reina la reclamase.
Nuestra hormiga continuó viajando, visitando cientos de
hormigueros hasta que un buen día, llegó a uno que brillaba mucho por
fuera, su resplandor era cegador, brillaba tanto que todas las hormigas
obreras se veían atrapadas por esa luz tan especial. Todas querían, deseaban
trabajar en ese hormiguero tan importante. Nuestra hormiga también quedó deslumbrada por
aquel hormiguero. Así que muy decidida entró, y ofreció su mano de obra a
una hormiga que parecía ser la reina de aquel lugar. Ésta aceptó su
ofrecimiento y desde entonces pasó a formar parte de ese fantástico
hormiguero, con esa luz tan especial.
La organización de
aquel hormiguero era diferente. Existía una hormiga reina pero ésta delegaba el control de sus galerías a otra hormiga medio-reina, con
rango inferior. Se llamaba así porque jamás llegaría a ser la reina del
hormiguero importante. La hormiga reina exigía a esa otra medio-reina que sus hormigas obreras hiciesen el trabajo, a cambio de percibir al
final del verano su parte de alimentos. Una vez dentro, nuestra hormiga
se percató que la organización jerárquica de aquel hormiguero tan especial era aún más complicada.
Existían dos tipos de hormigas obreras: las hormigas obreras perpetuas y las hormigas obreras viajeras. Nuestra hormiguita obrera pertenecía a este último, bajo el mando de la hormiga medio-reina.
Las hormigas perpetuas
tenían una serie de derechos conseguidos tras pasar unas largas y duras
pruebas en las galerías. Las hormigas obreras viajeras jamás podrían
aspirar a estos derechos. Aún así, este grupo de
hormigas viajeras trabajaba duramente, día tras día, recogiendo
alimentos. Dentro de esta extraña jerarquía dividida en dos, existía
otra subdivisión: las hormigas obreras viajeras estables y las hormigas obreras viajeras inestables. Nuestra hormiga pertenecía a este último grupo.
Como en otra ocasiones fue reclamada para cubrir una
vacante, esta vez no para sustituir a otra sino para el comienzo de
una nueva galería, de plazo solo tenían un año, aunque ellas siempre
tenían la esperanza de ser requeridas de nuevo por la medio-reina. Pero
para que esta situación se produjese, la reina debía convocar a todas
las medio-reinas de diferentes hormigueros, deberían pasar unas pruebas y
una vez pasadas esas pruebas la reina elegiría con cual medio-reina
contaría para la construcción de otra nueva galería. Mientras, las hormigas obreras viajeras esperaban con grandes dosis de paciencia la decisión final.
En este último periodo de construcción de la nueva galería algo le pasó a la medio-reina, la cual tomó una fatídica decisión. Un buen día la medio-reina
decidió bajar a la sala central de las galerías y convocar a todas las
obreras viajeras, y una vez estaban reunidas dio la noticia: "Hormigas
obreras viajeras dentro de un mes y medio, antes de la llegada de la
primavera, deberéis abandonar la galería, y salir de este hormiguero".
Todas
las obreras viajeras murmuraban de un lado a otro de las galerías: "Pero, ¿cómo es posible, hemos trabajado muchísimo en la construcción de
esta nueva galería? ¿Dónde iremos ahora? ¿Qué será de
nosotras?".
Dentro
del grupo de las hormigas obreras viajeras hubo dos distinciones. 52
hormigas obreras viajeras estables tendrían que pasar por un largo
proceso hasta salir del hormiguero. Ellas reclamaban lo que por años
habían estado recogiendo, es decir, reclamaban la parte de alimentos
correspondientes a todos los años que habían pasado en ese hormiguero.
Pero la medio-reina se negaba, solamente quería darles una parte muy pero que muy inferior de lo que les correspondía.
Las hormigas obreras
viajeras estables se unieron en la lucha para poder conseguir lo que les
pertenecía, todas sus porciones acumuladas en este largo periodo de tiempo. La medio-reina argumentaba que era imposible ya que se había comido la mayor parte de todos los alimentos.
Nuestra hormiga que
pertenecía al grupo de las obreras viajeras inestables, observaba
cabreada, enfurecida, disgustada la situación de sus compañeras obreras. Para nuestra hormiga la situación vuelve a ser la misma
de otras veces, una vez más su obra finalizaba y debería despedirse y
recoger todas sus pertenencias y salir de la galería en busca de algún
hormiguero que la necesite.
Otra vez la hormiga comodín tiene que esperar otra oportunidad, seguramente tendrá que aceptar
condiciones que no aceptaría, pero la necesidad de acumular alimento
para el largo invierno no le deja otra opción. Tantos años de idas y
venidas, nuestra hormiga se siente como la hormiga comodín siempre
reclamada para cubrir huecos, para poner parches, cubrir bajas,...
Siempre intentó hacer bien su trabajo, pero nunca obtuvo ninguna
recompensa, el resultado siempre era el mismo, la salida del hormiguero
hasta próximo aviso.
La medio-reina nunca contaba con ella para pasarla al grupo de las viajeras estables. Esta vez nuestra hormiga no se marchará sola, sino con todas sus compañeras. Las hormigas viajeras estables continuarían luchando hasta el final, sabiendo que cuentan con el apoyo de las viajeras inestables, y viceversa.
El
futuro de las hormigas viajeras es muy incierto, se sienten como al
borde del abismo, todas y cada una de ellas esperan, desean y necesitan
encontrar un nuevo hormiguero. Pero la situación está complicada, una gran parte de los hormigueros laborales están cerrando, o se están
hundiendo, me temo que a nuestras hormigas obreras viajeras les queda un
largo camino que recorrer hasta encontrar un nuevo hormiguero para trabajar.
Las hormigas viajeras viajarán juntas por ese
trayecto y a cada una le esperará un nuevo hormiguero. Y aunque se alejen de este hormiguero tan brillante en el exterior, seguro que
encontrarán otro lugar que brillará aún más por dentro.
Somos muchas las hormigas
obreras viajeras, cientos y cada una con su esencia, cada una tiene algo
que ofrecer y puede enseñar mucho a los demás. Obreras
viajeras, nunca olvidéis que somos la base, que sin nuestro trabajo no
existiría nunca ninguna medio-reina y ninguna reina, ellas tienen lo que
tienen por nuestro trabajo, nos lo deben a este grupo de hormigas
viajeras. ¡¡Nunca lo olvidéis!!
Y mientras tanto seguiremos
caminando juntas o por separado pero siempre, leed con atención, ¡¡siempre luchando por lo que es justo hasta el final!! Hormigas obreras viajeras del mundo, ¡¡no dejéis de luchar ni ahora ni nunca!!
Firmado: Una hormiga obrera viajera inestable.
Esta claro. la hormiga reina, la medio reina y todas las de su calaña, son unas acaparadoras hijas de xxxx, que mientras hubo muchos alimentos se los comieron todos, y ahora quieren seguir comiéndoselos igual que antes, a costa del trabajo sudor y esfuerzo de las hormigas obreras, yo también pase por ese trance, mucho animo a los 52 y a seguir luchando por lo que os pertenece.
ResponderEliminarCreo que estamos confundiendo la lucha, la cual debería dirigirse hacia los gestores-políticos que admiten este tipo de contratos y por supuesto la externalización de empresas a coste mínimo. Si la Ley de contratos prefiere el presupuesto más económico, es evidente que los contratos serán miserables, y esto no tiene fundamento en una administración pública; que debería admitir únicamente funcionarios con oposición. Las empresas privadas para contratos privados. Puede criticarse que los compañeros "funcionarios" no luchen lo suficiente para evitarlo, pero acusarles a ellos y no dirigirse hacia quienes controlan el tema me parece un despropósito -estos son los que tienen el poder- además para eso están las asociaciones profesionales si es que están, si no funcionan habría que plantearse entonces para que sirven -ahí si criticaría a las "hormigas" en asociaciones, no a las compañeras que al fin y al cabo hacen su trabajo-. Por otro lado, el beneficio es para el ciudadano, no para vuestros compañeros, que repito hacen únicamente su trabajo, si lo véis así, mal asunto. La administración pública debe recapacitar, para mi la solución está en la convocatoria de oposiciones donde se valoran los méritos y capacidad de cada cual, aceptar empresas externas lleva a una peor calidad, y evita la dotación de plazas públicas, lo que facilita vuestra inestabilidad y que sigáis de hormiguero en hormiguero. En fin, suerte con la lucha.
ResponderEliminar