jueves, 27 de marzo de 2014

Historia de una hormiga obrera

Esta es la historia de una humilde hormiga obrera. La historia se remonta a su primer hormiguero, el "hormiguero del conocimiento".

Nuestra pequeña hormiga pasó varios años preparándose adquiriendo conocimiento para poder sobrevivir en los futuros hormigueros que tendría que recorrer a lo largo de su vida. Durante varios años, nuestra hormiga recorrería un gran distancia para poder formarse como una gran hormiga obrera. Para conseguir dicha distinción, debería estudiar durante varios años en ese hormiguero plagado de cientos de hormiguitas que aspiraban a ser grandes hormigas obreras.

Llegó el día y nuestra hormiguita salió del "hormiguero del conocimiento" para dirigirse a algún hormiguero que pudiera darle una oportunidad para comenzar su andadura en el mundo de los "hormigueros laborales". Estos hormigueros estaban estructurados de tal forma que existía una jerarquía, distribuida de la siguiente forma:


  • Existe una hormiga reina que es la encargada de dirigir, controlar, supervisar a las hormigas obreras. 
  • Y las hormigas obreras, que recogían toda clase de alimentos y una gran parte de esos alimentos pasan a manos de la hormiga reina, después ella distribuía los bienes, con un reparto al final de cada verano.

El reparto consistía en dividir aquellos alimentos en pequeñas porciones, pero no era equitativo, la reina siempre se quedaba con más de la mitad de lo que sus obreras recogían y para ellas solamente había una mínima parte.

Todas las obreras aceptaban ese injusto reparto aunque trabajaban largos periodos de tiempo, pero todas necesitaban esos alimentos para sobrevivir y además sabían que los demás hormigueros laborales funcionaban igual.

Nuestra humilde obrera hormiguita pasó varios años trabajando en diferentes hormigueros laborales. Felizmente, a diario hacía el largo recorrido que existía entre su hormiguero familiar hasta el hormiguero laboral, aún así ella caminaba contenta ya que necesitaba ese trabajo para sobrevivir durante el próximo invierno.

Cuando llegaba a su galería saludaba a sus obreras compañeras. Poco a poco se iban conociendo, compartiendo todo. Los años pasaban y nuestra humilde hormiguita cada cierto tiempo era requerida por la reina, para comunicarle la finalización de su trabajo.

Nuestra hormiguita acostumbrada a esa situación, recogía sus pertenencias, sus pedacitos de recompensas, se despedía de sus compañeras y se marchaba, recorriendo un largo camino a la espera de ser requerida por otra hormiga reina.

Día tras día con ilusión, visitaba varios hormigueros para ver si necesitaban alguna obrera más para alguna galería, pero siempre se repetía la misma historia: solamente era reclamada cuando otra obrera estaba convaleciente para sustituirla o a veces cuando construían una nueva galería para terminar los pequeños retoques. Y así iba de hormiguero en hormiguero, año tras año, con los bolsillos vacíos y siempre guardando alimentos para subsistir hasta que otra reina la reclamase.

Nuestra hormiga continuó viajando, visitando cientos de hormigueros hasta que un buen día, llegó a uno que brillaba mucho por fuera, su resplandor era cegador, brillaba tanto que todas las hormigas obreras se veían atrapadas por esa luz tan especial. Todas querían, deseaban trabajar en ese hormiguero tan importante. Nuestra hormiga también quedó deslumbrada por aquel hormiguero. Así que muy decidida entró, y ofreció su mano de obra a una hormiga que parecía ser la reina de aquel lugar. Ésta aceptó su ofrecimiento y desde entonces pasó a formar parte de ese fantástico hormiguero, con esa luz tan especial.

La organización de aquel hormiguero era diferente. Existía una hormiga reina pero ésta delegaba el control de sus galerías a otra hormiga medio-reina, con rango inferior. Se llamaba así porque jamás llegaría a ser la reina del hormiguero importante. La hormiga reina exigía a esa otra medio-reina que sus hormigas obreras hiciesen el trabajo, a cambio de percibir al final del verano su parte de alimentos. Una vez dentro, nuestra hormiga se percató que la organización jerárquica de aquel hormiguero tan especial era aún más complicada. Existían dos tipos de hormigas obreras: las hormigas obreras perpetuas y las hormigas obreras viajeras. Nuestra hormiguita obrera pertenecía a este último, bajo el mando de la hormiga medio-reina.

Las hormigas perpetuas tenían una serie de derechos conseguidos tras pasar unas largas y duras pruebas en las galerías. Las hormigas obreras viajeras jamás podrían aspirar a estos derechos. Aún así, este grupo de hormigas viajeras trabajaba duramente, día tras día, recogiendo alimentos. Dentro de esta extraña jerarquía dividida en dos, existía otra subdivisión: las hormigas obreras viajeras estables y las hormigas obreras viajeras inestables. Nuestra hormiga pertenecía a este último grupo.

Como en otra ocasiones fue reclamada para cubrir una vacante, esta vez no para sustituir  a otra sino para el comienzo de una nueva galería, de plazo solo tenían un año, aunque ellas siempre tenían la esperanza de ser requeridas de nuevo por la medio-reina. Pero para que esta situación se produjese, la reina debía convocar a todas las medio-reinas de diferentes hormigueros, deberían pasar unas pruebas y una vez pasadas esas pruebas la reina elegiría con cual medio-reina contaría para la construcción de otra nueva galería. Mientras, las hormigas obreras viajeras esperaban con grandes dosis de paciencia la decisión final.

En este último periodo de construcción de la nueva galería algo le pasó a la medio-reina, la cual tomó una fatídica decisión. Un buen día la medio-reina decidió bajar a la sala central de las galerías y convocar a todas las obreras viajeras, y una vez estaban reunidas dio la noticia: "Hormigas obreras viajeras dentro de un mes y medio, antes de la llegada de la primavera, deberéis abandonar la galería, y salir de este hormiguero".
Todas las obreras viajeras murmuraban de un lado a otro de las galerías: "Pero, ¿cómo es posible, hemos trabajado muchísimo en la construcción de esta nueva galería? ¿Dónde iremos ahora? ¿Qué será de nosotras?".

Dentro del grupo de las hormigas obreras viajeras hubo dos distinciones. 52 hormigas obreras viajeras estables tendrían que pasar por un largo proceso hasta salir del hormiguero. Ellas reclamaban lo que por años habían estado recogiendo, es decir, reclamaban la parte de alimentos correspondientes a todos los años que habían pasado en ese hormiguero. Pero la medio-reina se negaba, solamente quería darles una parte muy pero que muy inferior de lo que les correspondía.

Las hormigas obreras viajeras estables se unieron en la lucha para poder conseguir lo que les pertenecía, todas sus porciones acumuladas en este largo periodo de tiempo. La medio-reina argumentaba que era imposible ya que se había comido la mayor parte de todos los alimentos.

Nuestra hormiga que pertenecía al grupo de las obreras viajeras inestables, observaba cabreada, enfurecida, disgustada la situación de sus compañeras obreras. Para nuestra hormiga la situación vuelve a ser la misma de otras veces, una vez más su obra finalizaba y debería despedirse y recoger todas sus pertenencias y salir de la galería en busca de algún hormiguero que la necesite.

Otra vez la hormiga comodín tiene que esperar otra oportunidad, seguramente tendrá que aceptar condiciones que no aceptaría, pero la necesidad de acumular alimento para el largo invierno no le deja otra opción. Tantos años de idas y venidas, nuestra hormiga se siente como la hormiga comodín siempre reclamada para cubrir huecos, para poner parches, cubrir bajas,... Siempre intentó hacer bien su trabajo, pero nunca obtuvo ninguna recompensa, el resultado siempre era el mismo, la salida del hormiguero hasta próximo aviso.

La medio-reina nunca contaba con ella para pasarla al grupo de las viajeras estables. Esta vez nuestra hormiga no se marchará sola, sino con todas sus compañeras. Las hormigas viajeras estables continuarían luchando hasta el final, sabiendo que cuentan con el apoyo de las viajeras inestables, y viceversa.

El futuro de las hormigas viajeras es muy incierto, se sienten como al borde del abismo, todas y cada una de ellas esperan, desean y necesitan encontrar un nuevo hormiguero. Pero la situación está complicada, una gran parte de los hormigueros laborales están cerrando, o se están hundiendo, me temo que a nuestras hormigas obreras viajeras les queda un largo camino que recorrer hasta encontrar un nuevo hormiguero para trabajar.

Las hormigas viajeras viajarán juntas por ese trayecto y a cada una le esperará un nuevo hormiguero. Y aunque se alejen de este hormiguero tan brillante en el exterior, seguro que encontrarán otro lugar que brillará aún más por dentro.

Somos muchas las hormigas obreras viajeras, cientos y cada una con su esencia, cada una tiene algo que ofrecer y puede enseñar mucho a los demás. Obreras viajeras, nunca olvidéis que somos la base, que sin nuestro trabajo no existiría nunca ninguna medio-reina y ninguna reina, ellas tienen lo que tienen por nuestro trabajo, nos lo deben a este grupo de hormigas viajeras. ¡¡Nunca lo olvidéis!!

Y mientras tanto seguiremos caminando juntas o por separado pero siempre, leed con atención, ¡¡siempre luchando por lo que es justo hasta el final!! Hormigas obreras viajeras del mundo, ¡¡no dejéis de luchar ni ahora ni nunca!!

Firmado: Una hormiga obrera viajera inestable.

2 comentarios:

  1. Esta claro. la hormiga reina, la medio reina y todas las de su calaña, son unas acaparadoras hijas de xxxx, que mientras hubo muchos alimentos se los comieron todos, y ahora quieren seguir comiéndoselos igual que antes, a costa del trabajo sudor y esfuerzo de las hormigas obreras, yo también pase por ese trance, mucho animo a los 52 y a seguir luchando por lo que os pertenece.

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  2. Creo que estamos confundiendo la lucha, la cual debería dirigirse hacia los gestores-políticos que admiten este tipo de contratos y por supuesto la externalización de empresas a coste mínimo. Si la Ley de contratos prefiere el presupuesto más económico, es evidente que los contratos serán miserables, y esto no tiene fundamento en una administración pública; que debería admitir únicamente funcionarios con oposición. Las empresas privadas para contratos privados. Puede criticarse que los compañeros "funcionarios" no luchen lo suficiente para evitarlo, pero acusarles a ellos y no dirigirse hacia quienes controlan el tema me parece un despropósito -estos son los que tienen el poder- además para eso están las asociaciones profesionales si es que están, si no funcionan habría que plantearse entonces para que sirven -ahí si criticaría a las "hormigas" en asociaciones, no a las compañeras que al fin y al cabo hacen su trabajo-. Por otro lado, el beneficio es para el ciudadano, no para vuestros compañeros, que repito hacen únicamente su trabajo, si lo véis así, mal asunto. La administración pública debe recapacitar, para mi la solución está en la convocatoria de oposiciones donde se valoran los méritos y capacidad de cada cual, aceptar empresas externas lleva a una peor calidad, y evita la dotación de plazas públicas, lo que facilita vuestra inestabilidad y que sigáis de hormiguero en hormiguero. En fin, suerte con la lucha.

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